CLAVES DE ESLOVAQUIA PARA DESARROLLAR SU INDUSTRIA AUTOMOTRIZ:             

             

Eslovaquia quiere apuntalar su modelo económico con medidas educativas y de inversión dirigidas al sector del motor con el fin de crear las condiciones para un crecimiento sostenible.
Esta antigua república comunista de 5,4 millones de habitantes, que entró en la Unión Europea (UE) en 2004 y en la zona euro cuatro años más tarde, es hoy -con un millón de unidades- el mayor productor de vehículos «per capita» del planeta. La llegada al país del grupo británico Jaguar Land Rover, que impulsará más todavía la producción de vehículos fabricándo el icónico Defender en la nueva fábrica de Nitra.
A esta inversión, valorada en unos 1.500 millones de euros, se unirá otra de Volkswagen por valor de 300 millones de euros en su planta de Bratislava, donde montará el Porsche Cayanne.
El pequeño país centroeuropeo logró modernizar su economía desde el fin del comunismo en 1989 al pasar de una estructura productiva basada en industrias pesada obsoletas a otra orientada al sector del motor y el electrotécnico.
Ahora se busca cómo mantener una «competitividad sostenida» en este sector, explicó a Efe Jan Pribula, jefe de la Asociación de la Industria del Automóvil eslovaca (ZAP).
La estrategia eslovaca de apostar por este sector ha creado presiones en el mercado laboral, que es cada vez más flexible y adaptado a las necesidades de los fabricantes.
Todo en un país con una de las rentas más bajas de la zona euro, con un salario medio de unos 700 euros mensuales.
El Gobierno socialdemócrata se ha tenido que replantear algunos programas de estudio en las escuelas para seguir siendo competitivo para el sector automotorya que uno de los problemas de Eslovaquia es la falta de mano de obra especializada.
«El camino es la formación y preparar una fuerza laboral cualificada, y la forma de transferir los resultados de la ciencia e investigación a aplicaciones e innovaciones en la industria«, dice Pribula sobre el nuevo marco educativo.
De hecho, el sector del motor fue uno de los grandes impulsores de la nueva ley sobre educación dual, que entró en vigor el año pasado y que regula la posibilidad de unir formación teórica con práctica en empresas del sector automotor.
A este programa se han unido los tres grandes fabricantes de coches presentes en Eslovaquia: la alemana Volkswagen, el grupo francés PSA Peugeot Citroen, y la surcoreana KIA Motors.
El peso de estas empresas en enorme en un país, donde un 12 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) proviene de ese sector.
La industria automotor ha sido un factor clave para seguir generando empleo, ya que el 40 por ciento de los suministradores de los grandes fabricantes proceden de compañías locales, y el resto es importado desde el exterior.
De hecho, la tasa de desempleo es notablemente más baja en aquellas regiones eslovacas donde hay plantas del sector automotor.
Desde la compra de las fábricas de Škoda en 1991, Volkswagen ha apostado fuerte por este paraíso de los fabricantes de automóviles, aprovechando los diez años de “vacaciones fiscales” ofrecidas en 2001 el Gobierno liberal de Mikuláš Dzurinda y de una fuerza de trabajo barata y competente.
No obstante, será difícil que alguna vez puedan conducir estos automóviles de lujo, casi exclusivamente destinados a la exportación a Europa occidental, China o Estados Unidos. Y eso porque, a pesar de la productividad equivalente a la de sus contrapartes alemanas, los trabajadores de VW en Eslovaquia ganan en promedio tres veces menos: 679 euros (800 USD) al mes al inicio de carrera en Bratislava, mientras que seiscientos kilómetros más lejos, los trabajadores de Wolfsburg empiezan con 2.070 euros (2.450 USD).                                                   Sin embargo en Eslovaquia los trabajadores del automóvil se niegan a seguir siendo “esclavos de las empresas occidentales”  y el 26 de junio último, después de seis días de una huelga  los 12.500 asalariados del grupo VW obtuvieron el 14,1% de aumento en el plazo de dos años, a la par de una revisión de la escala de bajos salarios, una bonificación inmediata de 500 euros (590 dólares USD) y un día libre adicional.
La huelga retumbó como un trueno tras un largo silencio”, comenta Ján Macho, encargado del control técnico de los motores en la fábrica de Martin y delegado del Moderné Odbory (Sindicato Moderno). Veremos como continúa la historia….