El auto eléctrico en Noruega fue alentado con todo tipo de incentivos, como la exención del pago del IVA de 25%, gratuidad en los peajes y los estacionamientos e incluso recargas gratis en muchos municipios.

Algunas de esas ventajas se fueron eliminando ya, como la de los peajes, y en la capital Oslo recargar el eléctrico en un punto de carga municipal ya no es gratis desde 2019. Y no solo eso sino que el precio de la recarga está subiendo tanto que es más barato llenar el depósito de gasolina que recargar un vehículo eléctrico en la calle. (en la red domiciliaria aún es rentable).

El periódico local Avisa Oslo informó de que el precio de los cargadores municipales de la municipalidad iban a aumentar drásticamente tras la aprobación del presupuesto de la ciudad.

A partir de 2019, el gobierno local ya empezó a cobrar a los ciudadanos por cargar sus vehículos eléctricos. Los precios oscilaban entre entre 0,45 euros y 1,45 euros en función de la potencia del cargador y la hora del día y fueron subiendo con el tiempo. Pero la última subida del ayuntamiento de Oslo provocó un aluvión de críticas.

Y es que las tarifas pasaron de un día para otro de 2,68 euros a 4,67 euros la hora de recarga «normal» durante el día y de 1,24 euros a 3,34 euros por la noche.

En esas condiciones, la asociación nacional de vehículos eléctricos Norsk elbilforening aseguró en la prensa local que ya no podía recomendar a los habitantes de Oslo que compraran un coche eléctrico.

«En algunos casos, cargar un eléctrico puede ser el doble de caro que repostar combustible (fósil) contaminante«, explicó Christina Bu, secretaria general de la organización de coches eléctricos, al periódico Finansavisen.

En el caso de un Volkswagen e-Golf de 35,8 kWh, dejarlo cargando desde las 18h hasta las 8h del día siguiente cuesta en la actualidad unos 49 euros. El eGolf tiene una autonomía WLTP de entre 154 y 230 km, según la prensa local. Para hacernos una idea, el litro de gasolina está hoy en Noruega a 1,81 euros el litro y un Volkswagen Golf 1.5 TSI tiene un depósito de 50 litros y un consumo medio WLTP de 5,5 l/100 km. Llenar su depósito supondría un desembolso de 90 euros para una autonomía basada en esa media de 900 km.

En Oslo, al igual que en muchas ciudades europeas, no todos los edificios tiene parking o garaje comunitario y muchos coches duermen en la calle. Esos automovilistas dependen, por tanto, de la red de carga pública.

Finalmente, tres días después, el ayuntamiento dio marcha atrás y anunció que reducirá «en parte» la subida de sus tarifas con el año nuevo. Así, a partir del 1 de enero de 2023, los habitantes de Oslo pagarán 1,81 euros la hora de carga por la noche en lugar de los 2,58 euros la hora durante del día…

Incentivar una tecnología puede llevar a que se imponga o al menos sea relevante. En 2021, el parque móvil noruego de casi 2,9 millones de turismos lo componían en un abrumador 15,9% coches eléctricos. Sin embargo, incentivar tiene sus límites. Por una parte, el país recaudó menos impuestos (el equivalente a unos 1.878 millones de euros), por lo que los eléctricos de más de 47.700 euros volverán a pagar el IVA del 25% en 2023.

Y por otra parte, las recargas públicas están sometidos a las fluctuaciones de los precios de la energía, como cualquier empresa u hogar. La electricidad tiene un costo, incluso en Noruega que tiene más energía hidroeléctrica que nadie, pero que en 2021 todavía generó el 21,7% de su electricidad con energías fósiles.

La movilidad eléctrica supone nuevos retos y sobre todo nuevos hábitos. El caso de Noruega puede ser servir de ejemplo de lo que hay que hacer y de lo que no hay que hacer para lograr una movilidad eléctrica.

Y la realidad es que, a pesar de las condiciones favorables de Noruega para lograrlo (poder adquisitivo, mix energético favorable, incentivos, fondo soberano que bebe del oro negro), no está siendo un camino de rosas.

La prueba de fuego del auto eléctrico, la veremos este año 2023. Con el fin de las ayudas, con un nuevo impuesto basado en el peso para todos los eléctricos y la fluctuación de los precios de las recargas públicas en Oslo, el mundo automóvil mirará con lupa qué ocurre en Noruega. Un país en el que, a pesar de todo, el parque móvil eléctrico todavía no llega a la cuarta parte del parque móvil total.

Héctor Daniel Oudkerk