Alemania apuesta por que a la movilidad eléctrica se sume, en 2035, la posibilidad de alimentar motores de combustión con e-fuels; Italia quiere que los biocombustibles se unan a estos últimos. La Unión Europea parece querer congelar las expectativas de Roma. Sin embargo, existe mucha confusión sobre el tema, incluso a nivel político, por lo que es útil aclarar las cosas, profundizando en las diferencias entre los dos tipos de combustibles alternativos.
El combustible electrónico (e-Fuel) es un combustible sintético que no contiene ningún producto derivado de fuentes fósiles como el petróleo. Su proceso de producción comienza con una fase denominada electrólisis separando hidrógeno del H2O. Al mismo tiempo, se captura carbono del aire, empujándolo con grandes ventiladores a través de filtros para retener el carbono. De la mezcla posterior del Carbono con el hidrógeno se produce dióxido de carbono que a través de algunas sustancias catalizadoras, se llega al e-metanol, que puede transformarse con procesos posteriores en e-queroseno apto para la propulsión de aeronaves y en e-fuel apto para motores de combustión interna. Todo el proceso requiere mucha agua (se necesitan dos litros para obtener un litro de e-fuel) y, sobre todo, mucha electricidad; este último debe obtenerse de fuentes renovables, para que todo tenga sentido.
El balance de carbono, entre el CO2 capturado en el aire y el emitido por el escape de los motores térmicos que utilizan e-fuel, es de hecho casi nulo; además, los motores así alimentados reducen o anulan otras emisiones, como las de material particulado. La producción de e-fuels es, de momento, todavía muy cara (aunque es difícil, dado que se trata de experiencias piloto, identificar su valor real) y limitada cuantitativamente, pero los partidarios de esta solución creen que las economías de escala y un incentivo de la política fiscal podrá hacer competitivo este combustible. Los detractores, por otro lado, argumentan que los combustibles electrónicos no eliminan realmente las emisiones de dióxido de carbono, como lo hace la propulsión eléctrica, que los costos seguirán siendo altos y que las cantidades producidas nunca serán suficientes para su difusión generalizada. Los fuertes creyentes en los combustibles electrónicos son, en este momento, Porsche y Mazda; el primero ha construido una planta experimental de producción de combustibles en Chile, donde es posible aprovechar los fuertes y constantes vientos que allí soplan para producir grandes cantidades de electricidad verde con aerogeneradores.
Por otra parte Italia hace lobby por los biocombustibles, el más conocido es el HVO, siglas que significan aceite vegetal hidrotratado o hidrogenado. Es un biocombustible producido con el uso de materias primas vegetales, en particular desechos y residuos de producción o cultivos no aptos para uso alimentario. Del refinado de estos materiales se obtiene el biodiésel, que hoy en día ya se mezcla con el gasóleo derivado del petróleo, pero que puede utilizarse íntegramente para alimentar motores de encendido por compresión. Sin embargo, antes de utilizarlo es imprescindible verificar la compatibilidad del motor. El compromiso de la petrolera pública italiana ENI en este sector es una de las razones por las que Italia presiona en Europa para incluir los biocombustibles entre los productos permitidos para alimentar los motores de combustión interna de los automóviles que se venderán después de 2035.
Los opositores a esta solución subrayan cómo el biodiésel solo reduce parcialmente las emisiones de carbono en los gases de escape y cómo existe el riesgo de quitarle espacio a los cultivos alimentarios necesarios para alimentar a la población mundial. Los partidarios, por otro lado, subrayan cómo el biodiesel está disponible de inmediato, no requiere inversiones colosales en plantas de producción y que puede hacer uso de la red de distribución actual y no implica precauciones especiales para el usuario. Todos elementos que pueden contribuir de forma inmediata a una descarbonización, aunque sea parcial, del transporte.
Héctor Daniel Oudkerk
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